Sunday, April 29, 2012

Yo contra la nada.

Ayer estaba completo.
Hoy, de mí se apodera la nada.
La nada hambrienta me detiene.

Mi espíritu es un  guerrero,
lucha cada instante contra la nada.

Cuando pasaba los tiempos de guerra,
el mar y la tormenta me atacaban
y después de un instante de paz
la nada arremetió de nuevo contra mi alma.

Mi espíritu es un guerrero
y aunque la teme,
sabe que puede acabarla.

Hoy puedo vencer a la nada.
No puedo apagar los temores
pero puedo, siempre puedo,
erguir mi espada y lanzarla.

Hoy he salido victorioso.
Mañana, una nueva batalla.

El mal pastor

Hubo un hombre que trabajaba en la ciudad. Todos los días se levantaba temprano para ir a su trabajo. Un poco triste, un poco cansado. A veces pensaba que perdía el tiempo, pero se había acostumbrado a obedecer. Y esa costumbre ya llevaba muchos años arraigada en su ser. Se quejaba. Se lamentaba. Siempre pensaba que su jefe lo podía hacer un poco mejor. De hecho podía hacerlo mucho mejor.

Cuando llegaba a casa, aquél trabajador llegaba harto, cansado, malhumorado. A penas y cruzaba alguna palabra con su esposa y sus hijos pensaban que ya estaba un poco amargado. Se sentaba, cenaba, encendía la televisión y la veía hasta tarde. Se quedaba dormido. Escuchaba el despertador.

Un día fue diferente. Al levantarse cayó de la escalera y despertó en el hospital. Entonces apareció un niño y le entregó un libro. Como estaba solo y enfermo y no podía levantarse de la cama, aquél hombre decidió abrir ese libro. Gran fue su sorpresa al ver que era un álbum de fotos de su infancia. En él aparecieron sus padres y sus hermanos, sus  primos y sus amigos. Por unos instantes el hombre pensó que moriría. Jamás había visto esas fotos y era demasiado extraño que un niño desconocido le diera un libro de esas características con fotos inéditas. El hombre pensó que agonizaba.

Aunque todas las fotos le parecieron fantásticas, sólo una llamó en verdad su atención. Él se encontraba trabajando muy duro cortando una madera para tapar un agujero que su primo había hecho en la casa del árbol. La foto mostraba sus lágrimas. Recordó cómo por descuido, aquél primo había dado un batazo dentro de la casa y cómo ésta se había roto. El niño lloró porque esa casa del árbol la habían construido con gran esfuerzo él y su padre. Por eso rápidamente había conseguido una madera para intentar repararla, porque el fruto de nuestras manos, siempre será un bien valioso para nosotros.

La siguiente página no era una foto, sino una carta con letra de un niño que decía: "No has sabido ser pastor de los bienes que te di. Haces mal el trabajo que muchos desearían tener. Lo haces cansado siempre pensando que no es el trabajo que merecías, que no estabas hecho para eso. Te mandé ahí para que fueras el pastor que guiara a la gente que te rodea, pero en vez de salvar a tu jefe, todo el día lo criticas y te quejas de las cosas que hace. Hiciste de tu espíritu un espíritu tan flojo, que ni siquiera guías a tus hijos, ni amas a tu esposa. Siempre deseaste por lo que nunca trabajaste y ahora, en el hospital, estás arrepentido".

La carta seguía diciendo. "Escogí la imagen de la casa del árbol porque te quiero como fuiste entonces. Amabas tanto la casa que habías construido con tu padre que lloraste al verla rota y dedicaste días y noches enteras para repararla. Pues bien, tú has construido también este mundo conmigo. Aunque no me has visto, siempre hemos estado juntos, construyendo este mundo en el que vives y que hoy está descompuesto. Has sido un mal pastor con los bienes y las personas que te he mandado. Ahora que lo sabes te ordeno que te cures y que vayas por el mundo sabiendo que yo te he nombrado pastor de mis ovejas y, aunque hayas sido malo hasta ahora, yo sé que serás inteligente para comenzar a ser ese pastor que estás llamado a ser."

El hombre se levantó de la cama y comenzó a cumplir la orden que Dios, El Buen Pastor, le había encomendado.

Saturday, April 28, 2012

¿Cómo persuadir a alguien?


-Maestro -gritó el discípulo -¿qué tanto debo esforzarme por convencer a otros de mis puntos de vista?
-Nada -respondió el maestro.
-Pero maestro, todos los conocimientos que usted me ha enseñado; todas estas parábolas que usted me ha contado; toda la verdad que hay en las palabras que usted me ha dicho, ¿no valdría la pena que las lleváramos a todo el mundo?
-Amado discípulo -contestó el maestro escucha esta historia.

Una vez existió un rey que fue a una tierra lejana. En una montaña encontró a Dios y Dios le dijo que por haber sido fiel a su palabra, cerca de su palacio, haría brotar un manantial con el agua de la abundancia. Bastaba tomar en cantidades suficientes esta agua para tener una vida llena de riquezas y de abundancia, de salud, gozo y felicidad. El regalo se daría a todos aquellos que en verdad creyeran y que diariamente tomaran suficiente agua de aquél manantial.

El rey emocionado, regresó rápido a su reino, buscó con fervor el manantial y después de unos días vio cómo de una roca comenzaba a brotar agua. Mandó construir muchas piscinas alrededor del manantial e inmediatamente convocó al pueblo para contarles la noticia.

La noticia no fue aceptada como él pensaba. La gente pensaba que el Rey estaba conmovido por alguna razón, pero que el agua que brotaba de la roca, no era diferente de la de otros manantiales con los que contaban los reinos cercanos.

El rey enfurecido emitió un decreto. A partir de ese día, todas la personas debían pasar a recoger agua suficiente para tomar con su familia. Y quien no lo hiciere, sería condenado a muerte.

El decreto causó furia y conmoción entre la población. Incluso los soldados que hacían cumplir esa ley, se enfurecieron hasta que, el capitán de sus tropas, asesinó a tan odiado rey.

-¿Qué quieres decir con esto, maestro?
-La fuerza con la que tu defiendas un punto es directamente proporcional a la fuerza con la que la persona la rechazará.

Cuando quieras persuadir a alguien de una idea o una filosofía, primero cersiórate de que la idea y la filosofía sean buenasy verdaderas. No sólo tienes que estar convencido de que tienes buenas ideas, sino que tienes que haber comprobado su eficacia y haber razonado y descubierto que tus pensamientos son verdaderos.

Cuando estés seguro de ello, conviértete en una persona atractiva, digna de confianza, que la gente quiera seguir. Para ello, tendrás que apartar las mentiras de tu vida y deberás ayudar a los otros a conseguir lo que quieren. Después tendrás que anunciar que tienes una información valiosa pero que no podrás revelar hasta que la gente esté lista y preparada. La gente estará lista y preparada cuando te ruegue que les des la información. Una vez que las personas lleguen a este punto, ya no tendrás que esforzarte, nunca más, y tus palabras penetrarán hasta la médula de sus huesos.

Friday, April 27, 2012

Ser sincero y estar sinceramente equivocado.

Dormía agitado. Cuando tienes 10 años y te dicen que en la casa donde duermes hay un fantasma, con toda seguridad dormirás agitado. El ambiente olía a fantasma y el insomnio no paraba. No paraba. Yo quería cerrar los ojos pero no había sueño, no había pesadez, no había cansancio. La casa era particularmente obscura y yo estaba particularmente asustado.

Entre los nervios, necesitaba ir al baño. El baño quedaba demasiado lejos y la casa era demasiado obscura. Pero después de sostener las ganas por más de una hora, y al ver que no amanecía, no me quedó más remedio que sobreponerme a mis miedos, descubrirme e ir con cuidado hasta el lugar donde me desharía del miedo.

Me levanté y estaba ahí. Ahí estaba el fantasma. No hablaba pero se movía. Agité la mano para decirle hola y me respondió el saludo. Parecía un niño como yo y me habría encantado que fuéramos amigos.

Regresé a mi cama y dormí.

Al otro día conté mi experiencia. Los adultos no me hicieron caso. Nadie creía que en verdad hubiera un fantasma en esa casa. Pero yo lo había visto y lo platicaba a todas las persona con que me topaba. Por fin, alguien vio que mis palabras eran sinceras. Que no era el invento de un niño. De ese niño que estaba seguro de decir la verdad.

----

Han pasado más de 20 años de aquella experiencia. Quien siempre creyó en mis palabras fue mi abuela que ahora ya no está. Ella me dijo que tal vez no era un fantasma, sino que a veces se presentan almas que quieren decirnos algo o que tal vez era un ángel que Dios me había enviado para anunciarse.

Ayer, después de muchos años de no pisar esa casa, volví a ella. Dormí en aquélla cama donde se había presentado mi fantasma. La casa sigue idéntica. Ayer tampoco podía dormir y también tuve que ir al baño a media noche. Observé la pared y en efecto, AHÍ ESTABA EL FANTASMA!

Agité mi mano para saludarlo y me devolvió el saludo. Extrañamente lo hacía al mismo tiempo que yo lo hacía. Volví a agitarla: depacio, rápido. Observé durante algunos instantes. Y cuál fue mi sorpresa que al voltear y ver una tenue fuente de luz, casi imperceptible, me di cuenta de que ese que yo creí fantasma, era mi propia sombra que se reflejaba débilemtne ante las pequeñas luces de aquel despertador.

---

Era un niño. Y no, no mentí. No le mentí a nadie y mi abuela sabía que yo era sincero y por eso me creyó. Sin embargo, la sinceridad no basta para conocer la verdad. Claro, es bueno ser sincero pero no pesemos la sinceridad en la balanza de lo verdadero. Cada una, sinceridad y verdad tienen su propia balanza.

Hoy día hay muchas voces: Voces religiosas, voces científicas , voces políticas, voces empresariales, voces laborales. Y entre tanto ruido fácilmente podemos aceptar como normas de verdad hechos y situaciones que las personas piensan ciertos y que los divulgan sinceramente. Pero, así como me pasó cuando yo era niño, es posible estar SINCERAMENTE EQUIVOCADO.

La historia del vagabundo y el espejo mágico

Cuarenta años llevaba el vagabundo fuera de casa. No necesitaba nada. Podía vivir bajo los puentes en la gran ciudad. Cuarenta años sin cortar su cabello. Cuarenta años sin afeitar su barba. Cuarenta años de una vida solitaria. A penas hablaba para conseguir un poco de comida o para huír de los policías.

Nadie habría creído que apenas, hacía cuarenta años, el vagabunddo había sido el alumno más brillante de su clase. El deportista mejor dotado. El chico más popular y buscado. Pero pensó que él no merecía todos esos talentos. Él se convenció de que su verdadera felicidad radicaba en no necesitar nada, en expresarse a través de su cuerpo descuidado, de las perforaciones que había hecho en su cuerpo y de los dolorosos tatuajes que había dibujado en su piel. Pensaba que era feliz. No necesitaba nada y mejor que sus palabras, se expresaba a través de su cuerpo. Eso pensaba.

Llegó la cita a la que debía acudir con la muerte. Así que de noche, la muerte se sentó a su lado y lo miró durante largo rato. Hasta que él, después de sentir su presencia, se despertó y le dijo que terminara pronto, que lo llevara a donde tuviera que llevarlo.

-No creas que va a ser así de sencillo -dijo la muerte.
-¿Qué tengo que hacer? -Respondió asustado el vagabundo.
-Primero debes contestar algunas preguntas.
-Comienza ahora.
-Llevas cuarenta años siendo un vagabundo... -dijo la muerte.
-Así es, muerte.
-Te has visto al espejo últimamente.
-Sí.
-¿Te gusta lo que ves?
-Pues así soy, amiga muerte. No soy de otra manera más que como soy.
-¿Has visto tus podridas uñas sucias?
-Sí, en efecto, así son mis uñas.
-¿Has pensado cómo hueles?
-Claro. La gente se aleja al verme. Prefiero que estén lejos. Además, yo confío plenamente en Dios y quiero que se haga su voluntad. Limpiarme es hacer mi voluntad y no dejar que la naturaleza fluya. No quiero consumir recursos que le corresponden a otros.
 -Entonces así eres. ¿Eres callado? ¿Eres sucio? ¿Eres vagabundo?
-Sí, eso soy muerte. Y así me siento feliz.
-Pues bien, antes de llevarte voy a enseñarte a un hombre al que admiro mucho.

La  muerte sacó de su bolsa un espejo mágico y deslizando por él sus manos, comenzaron a aparecer imágenes. En el espejo aparecía un apuesto hombre pulcro, que vestía de negro. La gente lo amaba. Miles de amigos lo rodeaban porque él era el sabio amigo que consolaba al triste con sus palabras. Ese hombre del espejo era un ingenioso empresario que no sólo ganaba mucho, sino que daba mucho. Él invertía su vida y sus riquezas de la mejor manera que podía enontrar. Su cuerpo era sano y bello, sus amistades eran buenas y duraderas, su esposa era hermosa y sus hijos crecían admirando a su padre y siguiendo su ejemplo.

Pasados cuarenta años, el espejo mostró al empresario, rendido en su cama, rodeado de sus hijos, su familia y amigos y apareció la muerte. Y en su última agonía, el buen empresario dio palabras de aliento a sus hijos y dijo: "No se conformen con ser lo que creen que son. El mundo va a querer etiquetarlos. El mundo va a decirles que tienen transtornos, que son incapaces, mediocres, que son indisciplinados, que son incompentes. Y lo que es peor, escuchar muy seguido acerca de sus incapacidades muy probablemente hará que ustedes terminen creyendo que en verdad son flojos, que en verdad son incompetentes, que en verdad son feos o incapaces".

El exitoso empresario del espejo continuó diciendo: "No importa qué etiqueta te ponga el mundo. De hecho pudiste haberte equivocado en el pasado. Pudiste haber sido flojo una parte de tu vida. Pudiste haber sido indisciplinado o mentiroso o ladrón. Pudiste haber sido tonto o ignorante o pecador. Pero eso ya pasó. Tú no eres lo que eres ni eres los errores de tu pasado. Tú eres lo que eres HOY. Cada día tú tienes la oportunidad de ser una persona diferente y cuando encuentres la persona que te gusta ser, no sólo seas diferente sino intenta que esa persona pueda ser mejor constantemente, mejor todo el tiempo. Es tu obligación hacer que esa persona sea más sana y más limpia. Más inteligente y preparada, más culta y elocuente, más amorosa y buena amiga. Estamos llamados a ser fecundos y a formar una familia. Estamos llamados a ser más, a crear más.  A disfrutar más. A ayudar más. El secreto es tener la disciplina de preguntarte cada instante de tu vida, cada momento de tu vida, cada segundo de tu vida, si lo que estás haciendo en ese instante te está convirtiendo en una mejor persona, en la persona con la que habrías soñado, la persona que quieres ser."

Mientras el empresario moribundo moría en su cama, la imagen del espejo iba desvaneciéndose. Y el vagabundo comenzó a llorar: "Yo era ese hombre del espejo. Yo sé que habría podido alcanzar esas grandes cosas. Pero no quise. Tuve miedo. No me lleves por favor. Dame la oportunidad de ser joven otra vez. Dame la oportunidad de regresar aunque sea cinco años y enderezar mi vida".

La muerte sonrió y entre gritos... se llevó el alma de aquel triste e inútil vagabundo.

----

Este no es un cuento normal. Este es un cuento mágico. La muerte me ha prestado su espejo mágico. Sólo le pedí una condición. La condición era que todos los que leyeran este cuento, tuvieran al menos 24 horas sin llevarse a las almas que leyeran este cuento. Aprovechemos la oportunidad. Imagina entre tus manos ese espejo y mira la persona que serías este momento si hubieras tomado las decisiones importantes en tu vida. ¿Serías padre o madre? ¿Serías empresario o profesionista? ¿Estarías rodeado de amigos? ¿Viajarías? ¿Qué habrías hecho con tu vida si hubieras tomado las decisiones adecuadas?

¿Lo tienes claro? Pues bien has leído este cuento y la muerte se comprometió conmigo a que no morirías hoy y a que tendrías al menos 24 horas para empezar a hacer esos ajustes en tu vida. Sólo tienes 24 horas... No sé, tal vez, si a la muerte le gusta tu plan y te comprometes a seguirlo con fervor y disciplina, ella te recompense regalándote unos 10 años más de vida. O 20. O 50.

Sólo tienes 24 horas de tregua. ¡COMIENZA YA!


Thursday, April 26, 2012

Las tijeras oxidadas

Hubo una vez, en un mundo lejano, una habilidosa costurera que confeccionaba los vestidos de la reina. Cada noche, el rey ofrecía una fiesta a cientos de invitados, muchos de ellos provenientes de acaudalados reinos lejanos. La vanidosa reina siempre deseaba estrenar los vestidos más deslumbrantes para impactar con su belleza a sus invitados.

Como el trabajo era mucho, la costurera no salía de su taller dentro del castillo. Confeccionar diariamente un sofisticado vestido era una tarea difícil y no tenía tiempo para nada más. Después de 40 años de trabajar sin cesar, un día se sintió cansada. Habló con la reina y le dijo que necesitaba ayuda, que sus manos ya eran tiesas y que difícilmente podría seguir el ritmo de trabajo que había llevado durante los últimos 40 años.

La reina la miró con compasión y le dijo que era su deseo que ella siguiera a cargo de la confección de sus vestidos y que para ayudarla convocaría a las mejores costureras del reino y escogería a las dos más jóvenes y habilidosas para que estuvieran a su cargo. A partir de entonces ya no sería la solitaria costurera de la reina sino la maestra de costura del Reino. Ella sería la mente y las jóvenes serían sus ojos y sus manos.

Un día, trabajando con las nuevas costureras y un poco más descansada, la nueva maestra vio como una de las costureras tenía problemas para cortar una tela con las viejas tijeras de la maestra. Harta y desesperada, arrojó las tijeras a una cesta de desperdicios, convencida que esas tijeras no servían y que necesitaba unas nuevas. Pensó en hablar con la reina para pedir un par de tijeras nuevas.

-¿Por qué arrojaste las tijeras a los desperdicios?
-Es que estas tijeras ya no sirven.

La maestra se quedó pensando y le preguntó.

-¿Recuerdas el día que la reina nos pidió un vestido de seda verde y oro?
-Sí, lo recuerdo.
-Ese día echaste a perder 2 metros de la seda China más fina. Habría sido fácil para mí decirle a la reina que no servías, que no tenías las habilidades, ni los conocimientos suficientes para hacer este trabajo. Pero decidí ayudarte. Porque sé que tú no eres descuidada. Tal vez esa vez fuiste descuidada pero eso no te hace descuidada. Tal vez esa vez fuiste torpe, pero eso no te hace torpe. Esa vez ignorabas como tratar un lienzo de fina seda pero eso no te hace ignorante.

-Pues bien -continuó la maestra -estas tijeras no son inservibles. Simplemente, han dejado de cortar porque están oxidadas, porque les falta filo y porque tendremos que cambiar el remache para que dejen de ser tan duras. Pero eso no las hace unas tijeras inservibles.

-Aprende -concluyó la sabia maestra -a diferenciar la esencia de las cosas, de sus cualidades mejorables. No es que esas tijeras no sirvan, sólo hay que mejorarlas. No es que tú seas una mala costurera, tienes que aprender... Y mejorar.

Wednesday, April 25, 2012

El pozo y el árbol

-¿Cuánto debo ganar? - le preguntó el alumno al maestro.
-¿Por qué lo preguntas, querido discípulo? - respondió el maestro.
-Tú me has enseñado a ser humilde y tengo temor de buscar más de lo que merezco. De querer más de lo que mi alma necesita. De quitar a otros el pan que merecen. Cuando cobre por algún servicio y cuando gane una moneda de oro ¿debería buscar ganar dos o tres o hasta cuántas monedas de oro debería buscar después de haber satisfecho mis necesidades?

El maestro guardó silencio y lo miró a los ojos y viendo que dentro de su alumno había una expresión temerosa, respondió.

Los árboles no se hacen la misma pregunta. Ellos crecen y crecen. Si necesitan absorber más agua para crecer más, van a hacerlo. No se limitan. ¿Alguna vez has visto a un árbol que crezca hasta la mitad de sus capacidades? NO. Nunca. Ellos crecen todo lo que pueden. Amado discípulo, tú debes ser como los árboles. Es tu obligación ganar todo lo que puedas... Y si ganas menos de lo que puedes, serás infeliz porque sabrás que no estás haciendo lo mejor que puedes.

-Pero maestro, -replicó el alumno -¿No es verdad que intentar ganar todo lo que puedo me hace ambicioso y egoísta?
-Todo depende de la nobleza de tus intenciones. Tú puedes decidir ser un pozo o un árbol.
-No te comprendo, maestro.
-Mi muy amado discípulo. Si decides que tu corazón sea un pozo, absorberás todo lo que se te presente, pero nunca serás saciado. Siempre serás infeliz porque sabes que, no hay nada que llene ese pozo egoísta. Sin embargo, si decides ser un gran árbol, decidirás absorber toda el agua que puedas, toda la luz que puedas y todo el aire que puedas... Y eso tal vez te hará ambicioso, sí, pero nunca egoísta, porque sabes que todo eso que absorbas lo podrás convertir en deliciosos frutos que los demás disfruten y podrás ser un gran árbol que brinde su sombra a los afligidos.

Friday, April 20, 2012

My Heart Will Go On!

Dicen que cuando uno no tiene nada interesante que decir, es mejor callar. Y claro, durante un año callé en este blog, porque no tenía muchas cosas que decir. Estaba viviendo de manera acelerada tantas cosas en mi vida, que difícilmente mi mente podía armar alguna frase coherente, que agregara valor a la vida de los despistados que pudieran leer esto.

Una de mis canciones favoritas en la adolescencia, fue justamente la que lleva por título, el nombre que bautiza este artículo: "My Heart Will Go On". Y bueno, aunque la temática de la canción es 100% romántica (y claro, a todos los romanticosos nos gusta), sin duda esta frase es un himno a la tenacidad.

En el último año, viví varias cosas importantes: Un fabuloso viaje a Europa, el cambio de un ciclo en mi carrera profesional y, sobre todo, dos cosas importantes. Increíbles: el descubrimiento de que, aunque no lo creas, mi voz puede emitir algunas notas... y a algunos despistados les gusta. La otra cosa importante fue mi fugaz (demasiado fugaz) relación con una chica que padecía una enfermedad algo triste que le impedía tener una relación.

Pues bien, sé que en mi mente aún hay muchas cosas que decir y ahora es momento de decirlas y, si Dios quiere, agregarles valor a las vida del distraido lector que caiga en este modesto Blog.

La búsqueda de la igualdad por igualdad, es básicamente injusta

Hay algunos valores que, hoy en día hemos, valga esta redundancia, sobrevalorado. Hay algunas libertades, algunos derechos que defendemos con nuestra voz, nuestra inteligencia y nuestras propias vidas pero que, en muchas ocasiones, resultan opuestos a los verdaderos valores universales. Tengo varios ejemplos:

Defendemos la libre expresión sobre la verdad. Por ejemplo, a los noticieros, a los bloggers a los Twitteros muchas veces no les importa decir mentiras. Pero si alguien los señala como mentirosos y les prohibe decir mentiras, exigen de inmediato su libertad de expresión. EL VERDADERO VALOR ES LA VERDAD y muchas veces es mejor callar que tener la libertad de mentir.

Exigimos la igualdad entre ricos y pobres cuando posiblemente, esa igualdad es injusta. En efecto hay gente que en verdad no tiene nada y que teniendo un poco tendría más oportunidades... Pero hay millones de personas haraganas, conflictivas y que no quieren prepararse y, definitivamente, el rico que se prepara merece tener una vida mejor que el flojo. No te preguntes porqué el rico tiene más, pregúntante que es lo que no estás haciendo para vivir mejor. La justicia y el trabajo son valores universales. La igualdad de oportunidades es un valor universal... Pero la igualdad de condiciones no es, no puede ser un valor. Quien sepa más y quien se esfuerce más, siempre será mejor recompensado (en ese orden, primero tienes que saber). Y eso es plenamente justo.

Exigimos igualdad entre hombres y mujeres. Y en efecto ambos deben tener igualdad de oportunidades para aprovecharlas según sus elecciones... Pero la igualdad de oportunidades no quiere decir que debamos tener igualdad de roles. El valor de la familia es mucho más alto que el crecimiento profesional y muchas veces, hombres y mujeres tendrán que sacrificar su igualdad (valor temporal), para cuidar el valor permanente de la familia y construir una sociedad más justa, cada quién en el rol que por naturaleza le corresponde.

Nos vanagloriamos de no callarnos lo que pensamos cuando muchas veces, lo que pensamos, aunque sea sincero, puede lastimar o influir negativamente a terceros. No callarte lo que piensas no es un valor... Decir cosas que edifiquen a los otros para hacerlos mejores, definitivamente es un valor universal.

Hacer lo que nos plazaca con nuestros cuerpos ha hecho una revolución sexual. Hoy día defendemos a capa y espada poder, básicamente, acostarnos con quien nos plazca. Sin embargo, el verdadero valor no es poder hacer con nuestro cuerpo lo que podamos sino poder edificarnos mediante el amor como personas completas capaces de amar y complementarse con una pareja abierta a la vida.

Otro valor pésimamente entendido es la independencia. Sí, ser independiente es bueno pero cuando sacrificamos el bienestar de nuestro espíritu y nuestro cuerpo, cuando el ser independientes nos aísla de los otros, nos hace intolerantes, gruñones, criticones y perfeccionistas perdemos de vista el verdadero valor del amor, al estar solos en nuestra isla y pensar que no dependemos de nadie. Cada persona en este mundo tiene un poquito de ser que la hace única y que si armáramos un rompecabezas con todas esas personalidades y tuviéramos el liderazgo suficiente para guiarlas por el camino correcto, deinitivamente haríamos cosas grandiosas.

Quiero terminar con el valor del bienestar. Hoy día, las sociedades urbanas somos demasiado cómodas. Poco tolerantes al dolor y al sufrimiento. Basta no comer a nuestra hora, hacer un poco más de tiempo de un lado a otro, que alguien nos lleve un poquito la contraria para entonces quejarons, criticarnos, enfadarnos, etc. Ya no se diga lo que nos pasa con alguna enfermedad un poquito más grave, con una persona un poquito más difícil. Queremos estar tan bien con nosotros mismos y queremos evitar tan a toda costa el sufrimiento que nos olvidamos de todos los valores universales para conseguir ese bienestar. Nos olvidamos de la verdad, de la tolerancia, del trabajo y del sufrimiento del otro. Criticamos al de enfrente por la paja en su ojo sin ver la viga en el nuestro. Queremos estar tan bien con nosotros mismos que nos quejamos de ir un poquito más apretados en el metro, hacemos un pancho si no tenemos coche o si piden que seamos voluntarios para hacer algo un poquito diferente.

En efecto, en este mundo venimos a ser felices pero entendámoslo bien. Para alcanzar la felicidad plena, muchas veces tendremos que hacer sacrificios. El bienestar y los placeres constantes no dan la felicidad plena. Conozco mucha gente muy rica que parece vivir una vida plena, llena de placeres y cosas bellas y que en el fondo sus corazones están vacíos porque su espíritu nunca llega a saciarse de cosas. En cambio hay personas como la madre Teresa de Calcuta que sólo comía verduras y dormía diario en el suelo y logró cosas que muchas personas creeríamos imposibles y sirvió tanto a otros que podemos decir que, a pesar de sus privaciones y algunos sufrimientos, fue una persona plenamente feliz.