Saturday, January 11, 2014

¿Existe el Karma?

El Karma no existe, es una mera invención de las religiones dhármicas que intenta explicar los males que suceden en las personas. Se escuda en el hecho de que es una ley universal de acción y reacción pero no funciona como una ley física, sino como una ley cósmica que no se puede medir ni contabilizar y mucho menos, demostrar. Creer en el Karma no es compatible con la fe cristiana y sólo nos desalienta, nos hace creer que somos esclavos de un destino y provoca que las personas confíen en la venganza.

Estoy comenzando una serie de artículos que pretenden descubrir si, en efecto, todas las religiones son iguales, o al menos, buscan lo mismo.

Últimamente (aunque supongo que el argumento no es tan reciente), he escuchado de muchas personas, decir que todas las religiones buscan lo mismo, que todas las religiones son iguales. Y que por ende, no importa cuál de ellas elijas, estarás en lo correcto porque en todas las religiones se enseñan el mismo tipo de prácticas de amor y liberación.

Sin embargo, cuando averiguamos un poco, nos damos cuenta de que es falso. Completamente. Si bien algunas religiones intentan buscar la felicidad y trascendencia del hombre (la plena felicidad), estoy convencido de que muchas de ellas eligen los caminos erróneos. Y si una religión que dice buscar la felicidad, propone los caminos erróneos, entonces, amigos míos, es una religión falsa, incoherente y que por ende, busca la perdición del hombre.

Con esto no quiero decir que quien practique un credo con fe, sea necesariamente malo. Sólo quiero afirmar que la mentira en verdad destruye al hombre y que si las personas que nacen en alguna religión no hacen las adecuaciones pertinentes para no desviar el camino de su alma pueden terminar viviendo infiernos que los aten a la maldad del mundo.

Por ejemplo, muy de moda están algunas religiones orientales, en particular las dhármicas como el budismo y el hinduísmo que por diversas razones han sido adoptadas por países cuyas culturas no correspondían a esas religiones. Aunque en diferentes religiones la definición de Karma varía un poco, en esencia se entiende por Karma una ley cósmica, universal, invisible e inmensurable que explica porqué las personas sufren determinados males al haber ejecutado males en su pasado, pudiendo ser el pasado inmediato o el pasado de una reencarnación anterior.

Pues bien, el solo hecho de creer en el Karma puede llevar a la perdición del hombre al creer que el Universo conspirará en contra de las personas que obran mal o de los enemigos que nos atacan. El Karma supone la ausencia de perdón y libertad y el hecho de que deben pagarse todos los males que se han realizado sobre la tierra. Pensar en el Karma es pensar en que existe una especie de venganza que la vida se cobra cuando alguien nos ataca. Al pensar que no podemos hacernos justicia por nuestra propia mano, queremos que la divinidad vengue las injurias, los oprobios, los falsos testimonios, el odio, la ira y el crimen que otros cometen hacia nuestra persona.

Por otro lado, el Karma también intenta explicar que cuando estamos bien, tenemos éxitos y abundancia, significa que en nuestra vida hemos actuado de manera buena y como reacción se obtienen los bienes deseados.

En el cristianismo la percepción es completamente diferente. En Mateo 20, 1-16 podemos encontrar cómo Dios, Nuestro Padre, a pesar de ser infinitamente justo, también es infinitamente misericordioso. En la parábola de los trabajadores de la viña, nos damos cuenta que, personas que pudieron haber llevado una vida de males y pecado, pueden pertenecer al reino de Dios incluso si sólo al final de su vida logran trabajar para Él. La justicia de Dios es excelsa, magnífica, magnánima. La justicia de Dios puede retribuir el ciento por uno a los que luchan por su causa  Marcos 10, 28-31 y nos exige que siempre perdonemos a nuestros hermanos y que jamás cobremos ojo por ojo y diente por diente (que sería una manera de simular una ley de acción y reacción). Nos pide que PERDONEMOS, hasta 70 veces 7, lo que en teología cristiana significa que perdonemos SIEMPRE, incluso cuando quien nos haya ofendido, no nos pida nuestro perdón. Mateo 18, 21-19,1.

Pues bien, cuando ponemos a competir al Karma contra el perdón, debe haber un ganador, pues ambos discrepan. La discrepancia es absoluta. No podemos creer que por un lado Dios actúa de manera vengativa con las personas que hacen mal y por otro lado exige que seamos justos a su manera, perdonando hasta 70 veces 7. Alguna de las dos opciones debe ser incorrecta y nos debe llevar a la perdición.

Si las personas actuáramos como dicen las religiones dhármicas que actúa el universo o la divinidad, viviríamos un infierno, como el que muchas veces vivimos cuando los individuos, las familias y las naciones hacen guerras, engendran odios y violencia, cobran ojo por ojo y diente por diente. ¿Cuál es la única actitud que nos puede llevar a la liberación? Seguir la ley que nos ha dado Dios: Perdonar. Y si fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios Gen 1,27  en definitiva no podemos creer que Dios por un lado nos exija perdonar y por otro lado Él mismo o su propia creación posea una ley vengativa de "CAUSA Y EFECTO", similar a la ley física de la acción y la reacción. Y no sólo eso, sino que además vemos que el mundo no se comporta de manera Kármica. Personas que viven en el pecado, que roban, que matan, etc., pueden llevar vidas plenas, llenas de riqueza y abundancia, mientras que personas llenas de virtudes y talentos, pueden pasar enfermos y en la pobreza, de ahí que santa Teresa dijera: "Señor, si así tratas a tus amigos, por eso tienes tan pocos".

No sólo teológicamente, sino en la realidad, vemos que Dios no se comporta de manera Kármica. Muy por el contrario, nos pide que perdonemos siempre, que oremos por nuestros enemigos y además, vemos que personas con vidas disipadas y malvadas pueden tener vida de riquezas, placeres y abundancia.

En este sentido, no podemos creer que el Karma exista y mucho menos podemos pensar que es compatible con la religión verdadera, la que fundó el propio Cristo: La Católica, Apostólica y Romana.