Cuando uno se percata de que nada es necesario, todo se vuelve un gusto.
Se vuelve un placer la opulencia, pero también la necesidad.
Se convierten en bien las compañías, pero también la soledad.
Se vuelve un gozo la alegría y la tristeza, la pobreza y la verdad.
No necesito nada. Tampoco necesito a nadie.
Entonces todo lo que tengo es ganancia, pero si no lo tuviera, también poseería la felicidad.