Hace algunos años, Arturo, uno de mis mejores amigos, pensaba que invertir bien su dinero, era comprar las cosas que mejoraran su calidad de vida. Así, cuando comenzó a trabajar, cambió de ropa, mejoró su celular y alcanzó el sueño que todo hombre de 24 años tiene: Se compró un flamante coche salido de agencia. Obviamente para él fue una gran inversión. De hecho era el hombre más feliz del mundo y la admiración de todos nosotros, sus amigos. Todos pensábamos que con ese coche, no podría más que ser para siempre un hombre pleno, rodeado de chicas y de alegrías.
Sin embargo, a pesar de todas las ventajas que Arturo tenía y que nosotros no gozábamos, hubo algunas cuestiones que no tomó muy bien en cuenta.
Para cuando compró su coche, Arturo ganaba $16,000 pesos libres de polvo y paja. De hecho era un gran salario que todos sus amigos admirabamos. Sin hijos ni compromiso pudo rápidamente ahorrar en un año, $73,000.00. Una vez que tuvo ahorrado ese dinero en el banco pensó. ¿Qué podré hacer ahora con tanto dinero? Y fue cuando decidió comprar su flamante coche convertible, último modelo. Su precio era de 364,000.00 y una gran noticia: Ya tenía el 20% de enganche, además que las mensualidades eran fijas de $6,000.00 a 5 años de modo que podría destinar sin ningún problema.
Por las mismas épocas, los cinco amigos: Mario, Luis (yo), Mike, Gustavo y Arturo comenzábamos a tener ingresos fijos. Yo ganaba $7,500 y era el más pobre de todos y Mario y yo los únicos que para entonces, no se habían comprado coche :(
Continuará
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