Muchas veces he escuchado que en Navidad, nos olvidamos de recibir al Señor. Y muchas veces también, he escuchado un sinfín de consejos y explicaciones acerca de cómo en verdad hemos de recibirlo.
Sin embargo, en más de una ocasión, si bien los consejos han sido bellos e incluso poéticos, pocas veces me han resultado sinceros y prácticos. Finalmente ¿Qué significa recibir al niño Jesús en nuestro corazón? ¿Qué significa preparar el camino para que el niño Dios nazca en nuestra casa? ¿Es verdad que debemos olvidarnos de los festejos para enfocarnos puramente a las celebraciones religiosas?
Como inquieto curioso, he investigado al respecto y a continuación, presento respuesta a mis interrogantes, dando 4 consejos prácticos para festejar esta Navidad los cuales espero sean útiles a nuestros lectores en este tiempo de Adviento, que hoy comienza.
Consejo Número Uno: ¿Quién fue Jesucristo, si no el redentor del mundo, el Dios hecho hombre que vino a redimir a la humanidad del pecado? Esto significa que Dios, en su infinita misericordia, al tiempo que nos crea libres, nos quiere perfectos y limpios de pecado.
Por lo tanto, el primer paso para recibir al Niño Jesús, no es poner un bonito nacimiento, ni un árbol de Navidad, sino pedir perdón por nuestros pecados, hincándonos en el confesionario y disculpándonos con Nuestro Padre Dios (y con las personas a las que hemos ofendido) por todas esas actitudes que nos han alejado de Él.
Este sí que sería un excelente primer paso para comenzar el Adviento y preparar la Navidad. Por supuesto que no significa que omitamos el arbolito y las luces y los adornos y el nacimiento. Esas cosas bellas también le encantan a Dios. Pero primero lo primero, ¿no creen?
Consejo Número Dos: Navidad siempre se relaciona, en nuestras sociedades urbanas, con un despilfarro excesivo y derroche, no sólo de dinero, sino también de tiempo con todas las fiestas y parrandas que pertenecen a la famosa Maratón Guadalupe-Reyes. Si bien Jesucristo sabía que los festejos del ser humano son una forma de agradar a Nuestro Padre Dios (no por nada convirtió el agua en vino en las Bodas de Caná y celebró la Pascua con sus Discípulos), estoy seguro de que le entristece ver que, con la excusa de los festejos, las personas pierden su dignidad embriagándose con alcohol y drogas, favoreciendo la violencia y la desintegración de la familia.
Un excelente segundo consejo, es tomar los festejos Navideños con mesura y nunca olvidar que la Navidad se festeja porque Jesús vino a enseñarnos que Él es el camino que lleva a Dios… Esto significa que creyendo en Él y (sobre todo) SIENDO COMO ÉL, SIGUIENDO SU EJEMPLO, podremos participar del Reino de Dios.
Consejo Número Tres: ¿Recuerdan aquél pasaje del Evangelio en el que Jesús nos recuerda que toda aquélla obra de misericordia que hiciéramos para el más pequeño de nuestros hermanos, realmente la haríamos para Él? Pues caray, hagamos un pequeño esfuerzo. Uno pequeñito. ¿Por qué no, en este tiempo de Adviento, en vez de despilfarrar nuestro dinero y planear lo que regalaremos en Navidad a todas esas personas que todo tienen (nuestros amigos, nuestros padres, nuestros hijos, etc.), en vez de eso, mejor organizamos un intercambio de regalos con las personas que viven en la calle (y les regalamos esas cosas buenas que le regalaríamos a nuestros hijos), o vamos a la sala de urgencias de un hospital y llevamos uno de esos manjares que cenamos la noche del 24 a la gente que en esos momentos vive una situación de dolor)? ¿Por qué no vamos a la cárcel a hacerle más llevadera la noche a los presos y a sus familiares, o invitamos a esa tía o amigo amargados a los que nadie invita porque “son conflictivos” o “no son de nuestra clase”, o “nos caen mal”?
Seguro que alguna de estas acciones, sería una tercera gran forma de recibir a Jesús en nuestro corazón.
Consejo Especial: Y por último, concluyo con lo mejor. ¿No les parecería genial, poder disfrutar en Navidad del Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor a través de la comunión? Ése sí que será un acto sublime que podremos realizar para REALMENTE recibir a Jesús en Nuestra Alma. He aquí el cuarto y último consejo para festejar esta Navidad. Finalmente, Comulgar sí que es motivo de Fiesta porque Jesús no sólo vino a salvarnos, también se quedó aquí, con nosotros, para siempre.
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