Los que me conocen saben 2 cosas de mí: La primera, que siempre he soñado con tener un Jaguar. La segunda es que antes de tenerlo, necesito un chofer que lo maneje.
Para mí, es verdaderamente aburrido manejar. No solo eso sino que además, todos los coches que se estacionan por donde yo paso corren un grave riesgo de sufrir rozones, raspaduras e incluso graves golpes provocados por mi atroz incontinencia al sueño (si así se le puede llamar). Mi plausible capacidad de dormir parado, se vuelve insufrible cuando mis manos deben tomar el volante y llevarme hacia buen puerto, pues pocos minutos pasan después de que ingreso en el asiento del conductor, para que mis ojos comiencen a hacer bizcos y pronto mi cabeza se acelere hacia abajo con incontenibles (también incontenibles) apneas.
Tal es el grado de mi discapacidad para el volante, que pocos días pasaron después de comprar mi coche al que llamé Goliat para dejarlo semanas estacionado y seguir haciendo una fuerte inversión en mi transportación: Desde la continuación del uso de los democráticos micros y metros, hasta la sofisticada idea del metrobús y por supuesto los taxis.
Y es precisamente que estos días, viví una anécdota bastante interesante que inmediatamente la relacioné con mi negocio de Network Marketing. Esta es la historia que cientos de miles de mexicanos enfrentamos, para poder hacer uso del famoso servicio particular de transporte: los taxis.
Algunos días de mayo han sido particularmente lluviosos. Si bien sabemos que en la ciudad de México las estaciones del año son inexistentes, han sido sorprendentes las lluvias que hemos tenido en este caluroso mes de las madres. Así es, bastante molesto fue el día que, después de tener el cielo más despejado del año, de pronto acaeció una torrencial lluvia que mojó a todos los imprecavidos.
Por supuesto, uno de los imprecavidos fui yo. De modo que para poder llegar a tiempo a una cita, tuve que salir corriendo de mi oficina y tomar de manera intrépida un taxi. Más que intrépida, rápida. Más que rápida, apresurada. ¿Pero cómo podía yo tomar de manera apresurada, rápida o intrépida un taxi, si pasaron primero 7 taxis con pasaje, después un taxi sin pasaje pero que egoístamente me hizo la seña de que no estaba disponilbe… Después otros 3 ó 4 taxis de nuevo con pasaje y cuando gloriosamente venía un taxi vacío un viejito se adelantó corriendo media cuadra y lo ganó?
Contador en mano: Pasaron 24 taxis en un día lluvioso, en el que las gotas de lluvia arruinaron mi traje para que yo pudiera abordar un vehículo. No les estaba vendiendo nada y aún así, pasaron 3 taxis vacíos que no quisieron hacer la parada… Estaba dispuesto a dar una sustanciosa propina al taxi que me llevara, y aún así nadie quiso bajar su pasaje para que yo pudiera abordar… Estaba en una necesidad apremiente, mojándome y enfriándome y a ningún taxi le importó. Pasaron 24 taxis y por fin pude abordar uno.
Yo sabía que tal vez, alguno de esos taxis vacíos hubieran podido necesitar el dinero que les habría generado mi abordaje y las jugosas propinas que acostumbro dejar. Sin embargo, ni siquiera estuvieron dispuestos a bajar su ventanilla para preguntarme hacia dónde me dirigía. Tal vez íbamos al mismo sitio (si es que ya había terminado su hora de trabajo y se encaminaban hacia su casa), pero ni siquiera se dieron el tiempo de escuchar, de aprovechar una oportunidad.
¿Les suena familiar?
Tal parece que en nuestro negocio de Network Marketing estamos intentando abordar un taxi en un día lluvioso.
En muchas ocasiones nos topamos con taxis con pasajero. Parece que la gente está llena de agobios y problemas y de cosas que hacer. Como los taxistas que van con pasaje, estas personas no están dispuestas a dejar de hacer lo que están haciendo para preguntar si hay alguien que podría estar dispuesto a pagar el doble de lo que marque el taxímetro con tal de llegar a tiempo a su cita y dejar de mojarse. En general, la gente piensa que tiene mucho que hacer y piensa también que lo que hace es lo más importante y jamás se da el tiempo de escuchar y analizar oportunidades.
En otras ocasiones nos topamos con taxis vacíos. Parece que hay personas que no tienen nada que hacer y parece que están buscando una oportunidad. Sabemos que tienen el tiempo y que tal vez si abrieran su mente un poquito más y preguntaran hacia dónde carambas vamos, descubrirían que en realidad vamos hacia el mismo lugar y que podemos utilizar el mismo vehículo… Pero no, ni siquiera se dan la oportunidad de bajar la ventanilla y preguntar hacia dónde vamos, es decir, de tomarse un par de horas e ir al Plan de Negocios. Ni siquiera eso. Prefieren estar pensando en llegar a su casa y tomarse un descanso a corto plazo (finalmente, les gusta descansar) en vez de comenzar a sembrar una semilla que cuando crezca y logren cosecharla, les dará mucho más dinero y tiempo libre del que nunca imaginaron.
En muchas otras ocasiones, nos encontramos con gente más viva que nosotros. Tanto para bien como para mal. Esa gente viva ya tomó el taxi antes de que este llegara a nosotros. Esta gente viva ya quemó prospectos que habrían podido ser buenos, ya los llevó al Plan con un pésimo preplan y seguimiento. Hay otra gente viva que nunca ha ido al plan pero que se encarga de desprestigiar el Network Marketing sin siquiera conocerlo, diciendo mil y un fantasías al respecto. Otros tantos ya intentaron hacer Network Marketing pero nunca tuvieron el compromiso de hacerlo bien, hasta sus últimas consecuencias y después se encargan de desprestigiar el negocio diciendo que no funciona cuando en realidad quienes no funcionan son ellos.
Sin embargo, mi objetivo era firme. Yo necesitaba abordar un taxi y lo abordé. No me importó que hayan pasado 23 taxis, que la lluvia arruinara mi traje, ni que haya habido gente más viva que yo que me espantó los vehículos. Incluso hubo gente que pasó y me dijo, no seas tonto, mejor vete en metro… Pero yo sabía que a donde iba, era mucho más útil irme en un vehículo propio que me daría flexibilidad y rapidez para ir a donde yo quisiera. Mucha gente me ha dicho que es mejor llegar a una libertad financiera en un trabajo tradicional… Para mí el trabajo tradicional es como el metro: No tiene ningún sentido trabajar muy duro para otras personas, si al final sólo puedo bajar en ciertas estaciones es decir, de todas formas sólo puedo tomar vacaciones cuando a mi jefe le dé la gana, tengo que cumplir un horario y no tengo flexibilidad de nada. Otros me dijeron: “¡Qué tonto! Por qué no te traes tu coche” y para mí traer mi coche es similar a poner un pequeño negocio sin sistema. La conducción de mi coche depende sólo de mí, pero si me quedo dormido o si no quiero ir a estacionarlo ya me amolé porque ni modo de dejarlo tirado o chocado.
Hacer un negocio de Network Marketing es como intentar abordar un taxi en días lluviosos. Es muy difícil conseguir taxis que quieran llevarte, pero una vez que los consigues disfrutas libertad de tiempo, sin necesidad de tener que ir en un metro con estaciones fijas y sin necesidad de tener que manejar horas y estresarte en el tráfico. Siempre habrá un taxi que quiera llevarte y cuando lo consigas, podrás disfrutar de esas cosas que buscamos todos los Network Marketers.
Mi meta ese día fue abordar un taxi. Mi meta hoy es ser Premier. No me importa a cuántos taxis tenga que hacerles la parada… Parafraseando a Toño Pérez Blanc: “Soy un Premier en cuerpo de 1k” y vamos por eso.
De modo que… A seguir buscando.
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