En algún momento pensé que las catedrales tardaban cientos de años en construirse porque, en la antigüedad, las técnicas de construcción eran tan "viejas", que era muy difícil lograr que en poco tiempo pudiera construirse un templo que valiera la pena. Vienen a mi mente ejemplos como La Catedral de Nuestra Señora en París, La Catedral de los Reyes Magos en Colonia o incluso la Catedral de la Ciudad de México. Todas ellas tardaron siglos en construirse y de hecho no pudieron terminarse sino hasta recientemente (muy recientemente).
Pero, aunque aún no conozco Barcelona, he oído mucho hablar acerca de la Catedral de la Sagrada Familia cuyo principal arquitecto fue Antoni Gaudí, muerto en 1926. No, no fue el iniciador de la construcción, pero sí fue quien en verdad dio su vida para que la construcción se llevara acabo (y continúe). Dos son las frases célebres de este gran hombre (en proceso de ser beatificado) que me han conmovido hasta las lágrimas. Cuando la gente le preguntaba (e incluso lo presionaba) acerca de la fecha de conclusión de la catedral, su respuesta era simple y decía "No lo sé, El Dueño no tiene prisa". Evidentemente, el dueño de la obra, Dios, no tiene prisa y el arquitecto Gaudí lo sabía. Gaudí sabía perfectamente que la creación del Universo sólo tomo 7 días en sentido simbólico, pero que en el tiempo humano, ha tomado millones de años y que toda esta creación que tenemos al alcance ha sido perfecta. De este modo Gaudí decidió hacer algo majestuoso y perfecto... Y eso toma su tiempo.
La otra frase de Gaudí que más me ha conmovido es cuando le preguntaron acerca del motivo que él tenía para construir esa catedral, a lo que él contestó "Lo hago para despertar de su tibieza a los corazones adormecidos". Esta frase , al menos a mí, me hace llorar. ¿Por qué?
Y sí, debo reconocer que mi corazón ha sido muchas veces muy tibio. Y no ha bastado con ser tibio, sino que se ha dado el lujo de mentirme, de mentirme a mí mismo diciéndome que todo lo que hago lo hago bien... Que en todo lo que hago doy mi mejor esfuerzo... Que yo no merezco sufrir, ni merezco apenarme, ni merezco sacrificarme. Sí, mi corazón medicore me ha hablado muchas veces al oído diciendo que no merezco esforzarme tanto, que ya habrá otro que haga las cosas que a mí me corresponden. Mi corazón mediocre me ha dicho muchas veces que me levante más tarde, que no me desvele, que así las cosas están bien o que otros habrán de mejorarlas.... Ese corazón adormecido me ha dicho cientos de veces que si no he podido alcanzar mis sueños, si no he podido ayudar a otros a conocer a Dios, a soñar o alcanzar sus sueños, es porque no se podía, porque era muy difícil... Porque no era necesario.
Hoy es 13 de mayo. Ha pasado ya la tercera parte del año y no, ni siquiera estoy cerca de alcanzar las metas que me propuse al principio del 2012. Hoy, desempolvando algunos papeles, me topé de nuevo con esa frase que llega hasta la médula de mis huesos. Quiero despertar de mi tibieza a este corazón que se la pasa mucho tiempo dormitando. Y sí, la gente puede pensar que soy trabajador, que soy estudioso y emprendedor y que soy una persona "amable" y con "cierto éxito". Pero muy en el fondo sé que aún puedo hacer más. Mucho más.
Si te pasa lo mismo que a mí, no dudes. Tú eres el indicado o la indicada. Hoy es el momento. Deja de esperar a que las cosas pasen y haz que sucedan. No te conformes con hacerlo bien... Hazlo perfecto.
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