Cada vez que en la mañana
escucho una voz que me dice que duerma, que estoy cansado...
Cada vez que tengo miedo
y escucho una voz que me dice que no puedo, que soy un fracasado...
Cada vez que tengo envidia
y pienso que el otro es mejor, que ha nacido afortunado...
Cada vez que duele el cuerpo
y pienso que he hecho mucho, que debo estar exhausto...
Cada vez que mi soberbia
piensa que soy mejor que otros que he hecho demasiado...
Cada vez que creo
que todo lo merezco sólo por haberme esforzado...
Y cuando me quejo de todo,
incluso del trabajo...
Cuando me da una alegría extrema
mi dinero, el simple hecho de gastarlo...
Y cuando pienso que la vida es injusta
que yo merezco otros halagos...
Vienen a mi oído
voces que Dios manda que me dicen
que no, que su obra está inconclusa
mis acciones aún son pobres.
Él me ayuda, porque sabe que puedo.
Entonces recuerdo:
Los problemas sólo son pruebas
que mejoran mis habilidades:
Acepto el desafío.
Mis quejas no me hacen más fuerte
sólo debilitan mi ser
y mi intelecto.
La vida es perfecta como es,
no espero que las cosas vayan mejor
sólo espero mejorar yo mismo
para cambiar esas cosas que molestan.
Dios me dio el cuerpo que necesito,
la inteligencia que necesito
y los bienes que necesito
para soñar, alcanzar mis sueños
y hacer que otros alcancen los suyos.
No debo envidiar a nadie.
Y por último, siempre recuerdo:
Si lo soy, debo demostrarlo
Si aún no lo soy, debo aprenderlo
Si lo sé, debo enseñarlo
Si lo tengo, debo administrarlo
Si lo administro, debo multiplicarlo
Si lo multiplico, debo compartirlo...
Y ¡NO! NADA MEREZCO.
TODO ES UN REGALO.
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