Cada vez que dudo, te recuerdo.
¡Qué fácil es olvidarse de la verdad cuando se respiran mentiras en el viento!
Cada vez que dudo, te invoco.
Mi mente de roca no sale sola a tu encuentro,
pero mi acto reflejo te clama por momentos.
Cada vez que maldigo me arrepiento.
Porque no hay canto más dulce que mi alma tuya bendiciendo.
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