Sunday, May 27, 2012

Cuida de los minutos, que las horas se cuidan solas

No sé si este refrán lo haya inventado mi mamá o si lo haya sacado de algún libro o alguna película. El caso es que siempre que mi hermana o yo soñábamos con alcanzar algo y nos quedábamos en el sueño de obtenerlo pero llenos de ilusiones e indisciplina, mi madre, con voz a veces solemne pero casi siempre divertida (valga la contradicción), nos decía "Cuida de los minutos, que las horas se cuidan solas".

Y claro, tal vez si no naciste en la familia Díaz Barreiro Ascencio, la moraleja del refrán puede sonarte confusa o poco clara. Sin embargo, he decidido escribir este post al respecto, en el marco de la crisis mundial (la eterna crisis mundial que se vive desde que yo nací y que abarca un sinnúmero de dimensiones humanas) y por supuesto, en el marco de las elecciones presidenciales próximas a celebrarse en México.

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Vivimos aterrados. Parece que no hay esperanza. No mucha. Miles de muertos en pocos años. Parece que estamos en guerra. Posiblemente lo estamos. ¿Avanzamos? No lo sabemos. Nos dicen que el cambio verdadero no ha llegado. No lo sé. Tal vez. Incluso no sé si en verdad necesitamos un cambio. Posiblemente sí, pero muy probablemente no el que nos proponen. No el que esperamos. ¿Miedo? Un poco. ¿Quién se atrevería a dejar la puerta abierta de su casa? Ya nadie. ¿Infierno? Desconfiar unos de otros y ver en todos el posible ladrón, el posible asesino, el posible violador, el posible pederasta... No necesitamos ser pecadores y juzgados por la mano de Dios para ir al infierno. El infierno ha llegado.

Infierno significa "sin salida". ¿Cuántas personas hoy no pueden salir de las drogas? Unas no pueden salir de su adicción a las drogas, otras no pueden salir de su adicción al dinero y no les importa envenenar a unos más tontos que piensan que "se siente bien" que "es divertido". En caso extremo, yo preferiría ser asesinado a manos de sicarios, antes de llevarle una dosis de droga a un niño. ¿Cuántas personas hoy no pueden salir del alcoholismo? ¿Cuántas chicas hoy no pueden salir de la anorexia o de su obsesión por verse "más bellas" como si la mujer no fuera bella por naturaleza? ¿Cuántos jóvenes hoy no pueden renunciar a la pornografía y al sexo? Y nos desconsuela que haya pederastas... Pero si no podemos ni siquiera controlar nuestros deseos más naturales y preferimos aprobar leyes aberrantes como el aborto o el matrimonio entre homosexuales, antes de educar sobre el autocontrol de nuestros deseos. ¿Cuántos somos adictos al trabajo? O a la televisión... Somos adictos al miedo o a la ciencia. A las malas noticias. A la sinrazón.

También hay los sedientos de poder. ¿Cuántos políticos no son adictos al poder? ¿Cuántos no llegan al ridículo de declararse presidentes legítimos y después decir que todo es un complot? ¿Cuántos no son capaces de tener una cara linda y casarse con una actriz para acaparar los reflectores? ¿Cuántos no son capaces de decir que van a trabajar y en verdad no lo hacen? ¿Cuántos son manejados por lo peor del sindicalismo mexicano? Y resulta que vemos la tele y pensamos que los problemas más importantes son los grandes problemas cuando es evidente que el problema no está en los grandes problemas sino en la suma de pequeños problemas que ocasionamos todos.

Resulta que si veo en retrospectiva mis fracasos y los fracasos de mi familia, veo que todos pudimos haber elegido hacerlo mejor. Mi abuelo pudo haber elegido estudiar y ser médico pero no quiso hacerlo. Mi padre pudo haber elegido titularse o comprarse una casa y no quiso hacerlo. Yo habría podido elegir ser mejor y más administrado... Pero hasta hace poco no lo había elegido. Y entonces, cuando no tenemos los resultados que esperamos, preferimos culpar al gobierno. "Si el gobierno tiene que educarme y darme créditos". "El gobierno tiene que acabar con la delincuencia..." Exiges pero tú no eres ni siquiera capaz de mantener a tus hijos en casa y educarlos para que sean gente de bien. Y dices "Es que hay necesidad", "es que TENGO que ir a trabajar" ¡Claro! Hoy tienes que trabajar como madre soltera porque preferiste ser una "mujer moderna", "satisfacer tus deseos", "ser plena", en vez de tener la precaución de buscar un hombre con el que pudieras formar una familia y no dejar a tus hijos al arbitrio de la educación del gobierno o la televisión.

La responsabilidad de las "crisis" es una responsabilidad compartida. El problema es que pensamos que es responsabilidad del gobierno. Y por eso parece que cuando vamos a un mitin de un candidato, estamos elogiando a Dios mismo. Parece que creemos que en verdad ellos son los que pueden sacar a una nación adelante. Que ellos van a ser capaces de traer prosperidad y felicidad a nuestras casas. Que ellos van a ser capaces de hacer que se cumplan las eternas promesas de la demagogia universal: "Generar más empleo, pagar menos impuestos, procurar más salud y combatir a los malosos, sea que ellos estén en casa como los narcos o sean los extraños enemigos de los que habla nuestro himno".

Y cuando nos damos cuenta de la mentira. Cuando nos percatamos de que la promesas de los dirigentes sólo son eso, entonces podemos adoptar la cínica actitud de despreocuparnos de nuestra responsabilidad ciudadana. De pensar que somos demócratas cuando vamos a votar, o somos demócratas cuando twitteamos en contra del gobierno, o somos demócratas cuando nos manifestamos en las calles porque hubo un fraude electoral. O... ¡No! Mejor decidimos ser demócratas anulando nuestro voto o de plano decidimos expresar nuestro enojo no yendo a votar.

Pero no. No podemos ser demócratas de cada seis años. Debemos cuidar de los minutos, nunca de las horas porque estas, se cuidan solas. Ser demócrata significa asumir nuestra propia responsabilidad. Tomar (en verdad tomar) las riendas de nuestras vidas y hacer que éstas sean de veras provechosas para la humanidad. Asumir el reto. Saber que sí, somo libres de hacer con nuestros cuerpos y con nuestros tiempos libres lo que nos venga en gana, pero que el país no se hará grande, ni habrá bienestar, cada vez que venga al mundo un niño no planeado de una relación pasajera o de una familia disfuncional; el país no será grande cada vez que vayamos a derrochar nuestro dinero en cantinas o con prostitutas. Tomar las riendas de nuestro país, significa que entendamos que nuestros hijos no se van a educar en una escuela, ni en una guardería y mucho menos encendiendo la televisión ni enseñándoles a ver telenovelas. Nuestra situación no va a mejorar cada vez que lleguemos tarde a nuestro trabajo ni cuando decidamos ser apáticos para emprender nuevos negocios o aprender cosas nuevas.

La pobreza no se va a acabar si no logramos hacer pequeños sacrificios para poder acabarla. El problema no son los ricos, ni la cúpula de poder de la que hablan algunos. El problema eres tú y soy yo. La pobreza no se va a acabar por la simple razón de que somos demasiado flojos y en vez de poder enseñarle a la persona de la esquina a que se supere, preferimos estirar la mano y darle $5 pesos. Todos esos son minutos que deberíamos cuidar pero que no queremos.

Yo me pregunto. ¿Alguien, alguno de nosotros seríamos tan tontos de ver a un drogadicto en la calle y darle $5,000 pesos para hacer un negocio y decirle "bueno, ten los $5,000 pesos y regreso en 6 años para ver si pudiste multiplicar el dinero"? Nadie lo haría, por la simple y sencilla razón de que sabemos que, muy probablemente, el drogadicto gastará esos $5,000 pesos en drogas.

Pues bien, así actuamos con nuestro gobierno. Tenemos una vaca gorda (bastante gorda) que alimentar. Una vaca gorda que es adicta al poder y al dinero... Y nosotros, en vez de involucrarnos en el desempeño de nuestra vaca, sólo decidimos votar cada 6 años, quejarnos si no gana nuestro candidato, o ni siquiera votar porque "NO CREEMOS EN LA DEMOCRACIA".

Bueno, tal vez "NO CREAS" en la democracia, pero cada vez que compras algo en una tienda, estás alimentando a esa vaca gorda y tú, ni siquiera eres capaz de ver qué es lo que hace la vaca con el dinero que le estás dando... Cada que compras algo, cada que te pagan un sueldo, la alimentas... No sólo son los $5,000 pesos que le podrías dar a un drogadicto en la calles: SON MILES DE PESOS QUE LE DAS MES CON MES.

Suena desolador. No suena desolador el hecho, sino el fondo. ¿Pobreza? Siempre ha habido. ¿Diferencia de clases? También. ¿Mal gobierno? Del mismo modo. ¿Violencia? Ni se diga. El panorama desolador radica en el hecho de que somos demócratas de cada 6 años y pensamos que nuestros problemas debe resolverlos esa vaca gorda adicta al poder y al dinero... Y que nuestra mejor respuesta sea: "ANULA TU VOTO". "NO VEAS EL DEBATE". Somos patéticos.

Sólo quiero terminar con algo. Que nada te espante. Parecen tiempos difíciles, pero son más difíciles si tú no haces lo que te corresponde. Este 2 de julio tienes que ir a votar y tienes que votar por alguien y no tomar la actitud adolescente de "Como no creo en la democracia, entonces anulo mi voto o no voto por nadie". Tienes que pensar en qué pasaría si tu decisión la imitaran todos. ¿Qué pasaría si en verdad nadie votara? ¿Regresaríamos a una dictadura? ¿A una monarquía? ¡Qué bien se ve que no conoces la historia, y no sabes de lo que hablas!

Ve y vota por alguien... Pero no te quedes ahí. Ese es el principio de la democracia. Piensa qué aciones diferentes vas a hacer en tu casa, con tu familia... En tu colonia, con tus vecinos... En tu iglesia, con tu comunidad.... En tu delegación o municipio, con tus ciudadanos... En tu trabajo, con tus compañeros... En tu país, con tus paisanos. Si todos supiéramos que las elecciones sólo son el principio de la democracia, pero no el fin de esta, estoy seguro que éstas dejarían de ser el show que hoy representan en los medios y comenzarían a tener sustancia. Preocuparte por las elecciones o tener miedo de lo que pueda pasar si gana x ó y candidato, significa cuidar de las horas. Pero eso resulta ocioso y poco práctico. En cambio, hacer lo que te corresponde en todo momento, pensando que cada acción que haces o que dejes de hacer repercutirá directamente en la paz mundial, en el desempeño de tu país y en la calidad de vida de tu familia, significa cuidar de los minutos. Yo prefiero cuidar de los minutos y tomar las riendas de mi propio destino. Eso es mejor que sólo votar (o no votar) y quejarse de todo pensando que hay un complot.

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