Wednesday, April 17, 2019

¿Qué tienen que ver Jeff Bezos y la Catedral de Notre Dame?



Podemos comer del fruto de cualquier árbol, menos del árbol que está en medio del jardín.
Eva en el libro del Génesis 


No hay forma de pecar sin ser humillado. Ahí la tragedia. Si el pecado fuera bueno no humillaría, tarde o temprano, a quien lo comete. El pecado humilla a todos, incluso al hombre más rico del planeta, al más poderoso o al deportista más querido. Y ahí tienen a Zague, Donald Trump y hasta a Jeff Bezos, humillados como consecuencia del pecado.

Te pongo en contexto.

En el mundial de Rusia, Zague, un comentarista deportivo: casado, de buena familia y hombre de fe, fue puesto al descubierto por enviar un video pornográfico a su amante. Resultado: Publicación del video y divorcio de su esposa.

No muchos lo recuerdan, pero Donald Trump estuvo casado con Ivana durante 20 años. Fue descubierto con su amante y, lo que parecía un fruto delicioso, terminó con humillación pública y dos divorcios sonados: Cuando se divorció de su mujer y luego de su amante Marla.

Y, más recientemente, el hombre más rico del mundo y dueño de Amazon, Jeff Bezos, anunció hace unos meses su divorcio pacífico por Twitter. No podía esperarse menos de un hombre brillante y talentoso, diestro en las artes sociales. Un hombre con tal cerebro, sólo podría planear un divorcio pacífico y de común acuerdo. Al menos así lo publicó en la red social:

"Como saben nuestra familia y amigos más cercanos, tras un periodo de amorosa exploración sobre nuestra relación y una separación, hemos decidido divorciarnos y seguir nuestra vida como amigos. Nos sentimos increíblemente afortunados de habernos encontrado el uno al otro y profundamente agradecidos por cada uno de los años que hemos estado casados… Si hubiéramos sabido que después de 25 años nos divorciaríamos, nos volveríamos a casar".

Bonitas palabras para encubrir lo que en realidad pasaba: Jeff tenía un amorío con la amiga de ambos. Cualquier persona incrédula y poco diestra en reconocer los bajos trucos del que mi abuela llamaría: “el chandengue”, podría pensar que el pecado no existe. ¡Es el siglo XXI! Podemos casarnos y descasarnos de forma pacífica. Pero si analizas más a fondo, todo se vuelve peor. A los pocos días del anuncio, el National Enquirer publicó conversaciones íntimas de Bezos con su amante, Lauren Sanchez, dejándolos humillados, devastados y dándole la bienvenida a lo que sé que no será una relación muy duradera.

Y el motivo de este artículo no es, ni será nunca, juzgar a los 3 personajes (a quienes admiro desde hace años). Como dice un sacerdote al que sigo: “Se juzga el pecado, no al pecador”. Finalmente, ellos 3 son víctimas de la peor tragedia del hombre: el pecado.

Por eso, cuando alguien me dice que Adán y Eva no existieron, dentro de mí, surge una risita no burlona, ni sarcástica, ni hiriente, sino compasiva y amorosa. ¿No existieron? Me pregunto. Y me respondo: No existieron: EXISTEN.

Y es que la historia se repite. Todos los días. Todos los días, la serpiente viene a ti hombre o mujer y te ofrece una manzana. Esa manzana madura, roja, dulce. Esa manzana suculenta y hermosa. Esa manzana que te hará libre, feliz y pleno. Esa manzana que, finalmente, nadie sabrá que probaste. Esa manzana multiforme y placentera. ¿De qué viene disfrazada el día de hoy tu manzana? ¿De esa mentirita que te hará ver como más inteligente, más noble o más sensato? ¿De esa aventurilla con tu compañero del trabajo que también está casado? ¿O de la copita de más? ¿O de tomar eso que no es tuyo pero “ah qué bien te ayudaría”? Tal vez viene disfrazada de esa píldora anticonceptiva, o de la primera inhalación de cocaína, o de ese aborto que ayudará a no interrumpir tus planes, o del “amor” que sabes que no puede ser.

No pasa nada, dirás. ¡Soy libre! Gritarás. ¡Dios me hizo así! ¡Es un regalo de Dios! O simplemente: Dios no existe, ni el diablo, ni el pecado ¡inventos de las abuelas! Pero en la noche, el enemigo del hombre, se encarga de arrastrarte, de ponerte contra el polvo, de pisotearte porque… caíste, así como Eva. Así como Adán.

Y ya ves que Dios es claro. Sólo te pide que no comas de un árbol… Puedes ser astronauta o filósofo. Empresario, banquero o barrendero. Puedes viajar a Europa, romper un récord olímpico, escribir un libro o hacer un videoblog. Ser veterinario, relojero o futbolista; pintor, escultor o arquitecto. Ingeniera, científica, enfermera o presidente. Puedes ser el hombre más rico del mundo o el más pobre. Puedes ser cura o monja, enfermero o doctora. Puedes beber café, Coca Cola o agua. Andar en limousine, en camión, en bicicleta o en patín del diablo… Si lo haces bien, hasta puedes andar en helicóptero. Puedes ir de vacaciones a la playa o al bosque, incluso hasta el desierto.

Nada de eso humilla. Por el contrario, todo ello es increíble. Pero… Escucha este consejo. Si no quieres ser humillado, sólo te pido un favor: Conoce los frutos del árbol prohibido que Moisés escribió en las tablas de la ley y evita comerlos.

¿Y qué tiene que ver la catedral de Notre Dame?

Nuestros críticos creen que pensamos que el origen de todos los males es el diablo. No es así. El diablo no prendió llamas a la catedral de Notre Dame. El verdadero mal al hombre no viene adornado con llamas y fuegos artificiales. El diablo es mucho más sutil y astuto en su comportamiento. Sinceramente, en estos tiempos de turbulencia en la Iglesia, doy gracias a Dios del incendio en la catedral. ¡Qué manera más hermosa tiene Dios de que el mundo, voltee a ver a Cristo en esta semana Santa! Porque los que poco sabemos, sabemos que todo pasará ¡hasta las catedrales más hermosas del mundo! Cielo y tierra pasarán, Notre Dame y Colonia pasarán… Pero sus palabras (las de Cristo) no pasarán.





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