-Maestro -gritó el discípulo -¿qué tanto debo esforzarme por convencer a otros de mis puntos de vista?
-Nada -respondió el maestro.
-Pero maestro, todos los conocimientos que usted me ha enseñado; todas estas parábolas que usted me ha contado; toda la verdad que hay en las palabras que usted me ha dicho, ¿no valdría la pena que las lleváramos a todo el mundo?
-Amado discípulo -contestó el maestro escucha esta historia.
Una vez existió un rey que fue a una tierra lejana. En una montaña encontró a Dios y Dios le dijo que por haber sido fiel a su palabra, cerca de su palacio, haría brotar un manantial con el agua de la abundancia. Bastaba tomar en cantidades suficientes esta agua para tener una vida llena de riquezas y de abundancia, de salud, gozo y felicidad. El regalo se daría a todos aquellos que en verdad creyeran y que diariamente tomaran suficiente agua de aquél manantial.
El rey emocionado, regresó rápido a su reino, buscó con fervor el manantial y después de unos días vio cómo de una roca comenzaba a brotar agua. Mandó construir muchas piscinas alrededor del manantial e inmediatamente convocó al pueblo para contarles la noticia.
La noticia no fue aceptada como él pensaba. La gente pensaba que el Rey estaba conmovido por alguna razón, pero que el agua que brotaba de la roca, no era diferente de la de otros manantiales con los que contaban los reinos cercanos.
El rey enfurecido emitió un decreto. A partir de ese día, todas la personas debían pasar a recoger agua suficiente para tomar con su familia. Y quien no lo hiciere, sería condenado a muerte.
El decreto causó furia y conmoción entre la población. Incluso los soldados que hacían cumplir esa ley, se enfurecieron hasta que, el capitán de sus tropas, asesinó a tan odiado rey.
-¿Qué quieres decir con esto, maestro?
-La fuerza con la que tu defiendas un punto es directamente proporcional a la fuerza con la que la persona la rechazará.
Cuando quieras persuadir a alguien de una idea o una filosofía, primero cersiórate de que la idea y la filosofía sean buenasy verdaderas. No sólo tienes que estar convencido de que tienes buenas ideas, sino que tienes que haber comprobado su eficacia y haber razonado y descubierto que tus pensamientos son verdaderos.
Cuando estés seguro de ello, conviértete en una persona atractiva, digna de confianza, que la gente quiera seguir. Para ello, tendrás que apartar las mentiras de tu vida y deberás ayudar a los otros a conseguir lo que quieren. Después tendrás que anunciar que tienes una información valiosa pero que no podrás revelar hasta que la gente esté lista y preparada. La gente estará lista y preparada cuando te ruegue que les des la información. Una vez que las personas lleguen a este punto, ya no tendrás que esforzarte, nunca más, y tus palabras penetrarán hasta la médula de sus huesos.
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