Sunday, July 15, 2018

¿Vale la pena tener hijos?


Venimos regresando. Salimos a caminar con Liev. Estuvimos en la calle por más de 4 horas. No, no llevábamos coche (no tenemos). Una experiencia bastante maravillosa, esto de caminar con tu cachorro atado al rebozo. Sí. Como las indias. No necesitamos una carriola de $30,000 MXN, ni una camioneta de $500,000. Ni gasolina. Sólo un rebozo de menos de $300, una técnica magistral aprendida por Svetlana para amarrar al crío y ganas, muchas ganas de caminar.

Sí. Caminar por la calle. Por las avenidas solitarias. Solitarias porque no sé a quién se le ocurrió que el automóvil era más seguro. Entonces, las calles están vacías. Pero cuando te bajas y caminas, sientes libertad. 45 minutos para llegar al centro de Coyoacán. Otros 45 para regresar.

El otro día leía el post de un amigo (al menos amigo del pasado y aunque cada día tenemos menos en común, sigo teniendo grandes recuerdos de su amistad) leía con tristeza:

I've always found it very confusing when people in apocalyptic/zombie/virus/alien invasion movies or TV shows decide to have babies.
Then I look at all my social feeds and the continuous societal pressure to have kids and wonder if nobody else reads the news and interprets it as anything less than apocalyptic.

Lo que en español significa:
Siempre he encontrado muy confuso cuando la gente en películas o programas de TV de  invasiones apocalíptica/zombie/virus/alien, decide tener bebés.
Luego miro todas las notificaciones de mis redes sociales y la presión social continua de tener niños y me pregunto si alguien más lee las noticias y las interpreta como menos apocalípticas.

Entonces, me pregunté si en verdad vale la pena tener hijos.

Claro que por mi fe, la respuesta es inmediata. ¡Vale la pena tener hijos! ¡Claro! Y caminar con ellos por las calles solitarias. Esas calles que se vuelven repletas cuando caminas de la mano con la mujer que amas. No necesitas a nadie más, cuando alguna vez leíste, escuchaste y cantaste ese salmo que te dice: "El señor es mi pastor, nada me falta. Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo".

Entiendo que no todos tienen fe. Y eso ¿es triste? No sé si sea triste. Incluso a los que tenemos esa fe, se nos dice que la fe es un don, un regalo que no escogimos. Para mí, es el don más maravilloso. Porque probablemente sin esa fe, no habría tenido esta tarde memorable.

Pero me gustaría responder en otro sentido. Aunque no tengamos fe ¿vale la pena tener hijos? Pienso que sí. Lo voy a escribir en un sentido pragmático.

El mundo siempre ha sido un lugar agreste, difícil de habitar. ¡Qué digo el mundo! ¡El universo! Vivir en este universo siempre ha sido un reto. Desde la primera célula. ¿Vivir? ¿Usé la palabra vivir? Perdón, tuve que remitirme a una palabra más antigua. Existir. Existir sí que ha sido extraño. Todo lo que existe. Lo que vemos y lo que no vemos. Lo que ni siquiera hemos imaginado. La sola existencia es una singularidad lógica (ilógica) tan asombrosa que por eso los filósofos le dedican volúmenes completos, sin llegar a explicarla. Y después de esa singularidad, de esa disrupción de la lógica, surge otra disrupción tan asombrosa como la existencia. La vida. ¡Nunca fue más probable que la vida se exitinguiera, que después de existir la primera célula! Sin embargo, persistió. Y si hablamos de disrupciones lógicas, no hablemos de cuando se desarrolló la conciencia humana. Si es imposible entender la existencia y cuesta trabajo cómo un conjunto de elementos muertos, de pronto tuvieron vida, creo que el más grande misterio de la humanidad es la conciencia. ¿Cómo de la nada (o de un conjunto de átomos híper condensados y la ley de la gravitación, de pronto, surgió la conciencia?

Y de este conjunto de sucesiones fortuitas (o pensadas), estamos aquí. Sí. Estamos aquí. Siendo conscientes del desastre. Tal parece que el mundo se va a terminar. Tal parece que el dinero no va a alcanzar. Tal parece que todos vamos a morir. Parece que todos vamos a sufrir. Y por eso ¿no vale la pena tener hijos?

Entonces surgen cuestionamientos. Claro. En ningún momento quiero presionar a nadie para tener hijos. Actualmente, en las sociedades urbanas, esto de tener niños es una decisión personal. Digo actualmente y en las sociedades urbanas, porque no puedo decir lo mismo de la gente que vive en ambientes rurales o que vivió hace 100 años. Pero hoy sí. Hoy tener hijos es una decisión y no me siento con la capacidad de juzgar los miedos de nadie, ni las decisiones de nadie. El único objetivo de este post es desaparecer el miedo. Si tienes miedo de tener hijos y no tienes fe, tal vez esto te ayude a vencer el miedo.

Primero. Tus hijos van a morir.

Sí. En efecto. Tus hijos van a morir. No importa lo que hagas. No importa si tienes fe o si no la tienes. Da igual si tienes dinero o si eres pobre. Si atendiste a tu esposa en el mejor hospital o si a duras penas pudieron ir al doctor y el bebé nació en casa o en un elevador. Tus hijos van a morir. Y pueden morir desde chiquitos, porque no oxigenaron bien, o en un accidente en la escuela. Pueden llegar a la adolescencia y matarse en una moto o por una invasión de cáncer o pueden llegar a ancianos y morir rodeados de sus hijos y nietos (o solos como perros). ¡Ah! y se me olvidaba. También pueden morir cuando la tierra arda por el calentamiento global, o cuando se termine el oxígeno por la quema de hidrocarburos y la cría indiscriminada de vaquitas y cochinitos que se comen los carnívoros. Podrían morir ahogados por el cataclismo que se generará cuando se quemen los polos. Pueden morir en la tercera guerra mundial o acribillados por el cártel de (algún lugar en México) o muerto(a) por un asesino en serie que mató y violó a 214 adolescentes. El caso es que van a morir no importa lo que hagas. De hecho es más probable que mueran por las primeras causas que por las últimas. Pero, si damos por descontado que tus hijos van a morir (así como tú también vas a morir y aún así tus padres te concibieron), ¿no crees que a pesar de la muerte,vale la pena vivir?

Segundo. Tus hijos van a sufrir.

No sé cómo, ni cuando. Pero tus hijos van a sufrir. Es más, pueden sufrir desde el vientre de su madre. Al menos en el caso de Liev, se la pasó una gestación de 30 semanas rodeado de los ácidos biliares de su madre (el líquido amneótico al nacer, era verde en vez de transparente). Sufrió 2 meses enteros en el hospital (sueros, oxígeno, catéter al corazón, sonda al estómago). Ahora sufre con su reflujo (dolor y fiesta cada vez que come). O tal vez te toque un niño menos prematuro que el mío. No importa. Tu hijo va a sufrir. Se va a caer, se va a raspar, se va a enfermar. Algo de lo que digas le va a afectar. Alguien en la escuela lo va a molestar. Un día va a reprobar. Al otro, un profesor no lo va a contemplar. Algún chico o chica no lo va a pelar. Lo van a cortar y le romperán el corazón. Un día lo van a robar o tal vez lo van a asaltar. También lo van a rechazar de un trabajo o lo van a despedir de otro. O lo que es peor, ¡tendrá que trabajar! y ¡pagar impuestos! Quizá tenga hijos y también le toquen enfermos como el mío y quizá hasta se le mueran estando chiquitos, como los 3 niños que se le murieron a mi bizabuela de difteria pero que, a pesar de ello, se animó a tener otros dos y gracias a esa valentía, ahora Liev está aquí. No importa lo que hagas para protegerlos, tus hijos van a sufrir. Van a sufrir por todo eso o también porque lo recluten para la tercera guerra mundial y termine siendo carne de cañón para la invasión a Norcorea o para la reconquista de Afganistán. Va a sufrir por una guerra por el agua, o por una hambruna originada por la extinción masiva de especies. El caso es que tus hijos van a sufrir, así como tú has sufrido. Mi pregunta es ¿no crees que a pesar del sufrimiento, vale la pena vivir?

Tercero. El mundo se va a acabar.

Sin importar lo que hagamos los seres humanos, el mundo se va a terminar. Y de hecho, no importa cuál sea el escenario, siempre será catástrofe. Podremos morir todos los seres vivos por un invierno nuclear. Podría pegar otro meteorito como el que extinguió a los dinosaurios. También podrían descongelarse los polos e inundar el 80% de los continentes o dar salida a las bacterias que habitaron la tierra hace 65 millones de años y generar una pandemia de dimensiones descomunales que acabe con el 100% de la población. Y si no sucediera nada de ello, les tengo una noticia peor: El hidrógeno del sol se está terminando y dentro de algunos miles de años, el sol se convertirá en una gigante roja y sobrecalentará la tierra antes de desaparecerla. Del mismo modo, no importa lo que hagamos los seres humanos, el mundo se va a terminar.

Lo voy a poner mucho más sencillo que eso. Incluso el universo podría terminar de una peor manera. Como escribía al principio, la sola existencia de las cosas (los filósofos ontológicos podrían nombrarlo un poco más bonito, el solo "ser", de los entes), podría terminar de forma abrupta. Así como de pronto existimos, y el universo se formó, también podríamos dejar de existir. Ni siquiera la existencia la tenemos asegurada.

Pero lo voy a decir fuerte y claro. Aunque el universo pasara por otra de estas grandes disrupciones de la lógica (la existencia, la vida, la consciencia), y de pronto todo dejara de existir, atravesando el más crudo de los sufrimientos, yo no cambiaría por nada esta larga caminata que di hoy con mi familia, ni la primera vez que oí el llanto de Liev, ni la primera vez que tomó mi mano con ese reflejo de flexión palmar que nos hace sentir a los papás tan orgullosos. No cambiaría por nada del mundo ver el piececito del tamaño de mi falange cuando pesaba 1,200 g, ni la alegría que sentí cuando salió del hospital o cuando le quitamos el oxígeno suplementario. Aunque sé que va a morir, sería genial que él creciera y tuviera sus primeros logros. Sus primeros fracasos. Espero ver su cara cuando le lleguen los reyes magos y cuando por fin descubra quiénes son en realidad. Será genial cuando le guste una niña y no le haga caso y cuando por fin pueda dar su primer beso. Será hermoso cuando se caiga y se fracture la pierna y cuando sienta esa zozobra indescriptible que se siente cuando eliminen a su equipo del mundial (y lo peor es que él tendrá dos equipos) o, quién sabe, con un poco de suerte ¡sentirá la gran alegría de irle a un equipo Campeón! ¿En verdad el futuro incierto debería privarlo de una boda o de tener un hijo que lo tome también del pulgar? No lo creo.

Y, en el peor de los casos, a pesar de las pocas probabilidades que tiene la humanidad de perpetuar su andar en el universo; a pesar de que no tengo ni idea de cómo podrían solucionarse los principales problemas de la humanidad; a pesar de que no sé si el mundo va a dejar de existir pronto o si alguna vez el hombre encontrará el elixir de la juventud para nunca más morir, ni sufrir, sí tengo dos grandes esperanzas que pienso enseñarle a mi hijo. Primero, si hay una inteligencia capaz de resolver muchos de los problemas que enfrenta la vida, es justamente la inteligencia humana. Ni la inteligencia de las cucarachas, ni la de los delfines, ni la de los elefantes, ni la de las bacterias, podrán diseñar un plan como el que, dado el caso, los seres humanos podríamos trazar para vencer, para revertir los daños y para tener una vida de dicha y de paz. Y, en el peor de los casos, ¿quién sabe? En una de esas Cristo decía la verdad y, haciendo lo correcto, podremos resucitar.




1 comment:

  1. Cierto, claro que vale la pena tener hijos, al menos yo jamás pensé tanto como esto (por cierto muy bueno), agradezco a Dios la oportunidad de ser madre y ahora abuela y la verdad planeamos si pero confiados de que Dios será el que tome las mejores decisiones por nosotros y para nosotros. Ahora no imagino mi vida sin ustedes, sin la gran oportunidad de trabajar juntos y vernos todos los días y tampoco imagino mi vida sin Liev, mi amor chiquito. Definitivamente a pesar de las ideas catastróficas de la salud o enfermedad, de la opulencia o la pobreza, de la vida o la muerte, pienso que cada vez que nace un niño para mi significa que Dios aun confía en la humanidad y que nos da la oportunidad de hacer mejor las cosas. Gracias por compartir, gracias por existir, gracias por ser mi hijo y gracias por ser el papá de mi nieto jejeje.

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