Sunday, April 29, 2012

El mal pastor

Hubo un hombre que trabajaba en la ciudad. Todos los días se levantaba temprano para ir a su trabajo. Un poco triste, un poco cansado. A veces pensaba que perdía el tiempo, pero se había acostumbrado a obedecer. Y esa costumbre ya llevaba muchos años arraigada en su ser. Se quejaba. Se lamentaba. Siempre pensaba que su jefe lo podía hacer un poco mejor. De hecho podía hacerlo mucho mejor.

Cuando llegaba a casa, aquél trabajador llegaba harto, cansado, malhumorado. A penas y cruzaba alguna palabra con su esposa y sus hijos pensaban que ya estaba un poco amargado. Se sentaba, cenaba, encendía la televisión y la veía hasta tarde. Se quedaba dormido. Escuchaba el despertador.

Un día fue diferente. Al levantarse cayó de la escalera y despertó en el hospital. Entonces apareció un niño y le entregó un libro. Como estaba solo y enfermo y no podía levantarse de la cama, aquél hombre decidió abrir ese libro. Gran fue su sorpresa al ver que era un álbum de fotos de su infancia. En él aparecieron sus padres y sus hermanos, sus  primos y sus amigos. Por unos instantes el hombre pensó que moriría. Jamás había visto esas fotos y era demasiado extraño que un niño desconocido le diera un libro de esas características con fotos inéditas. El hombre pensó que agonizaba.

Aunque todas las fotos le parecieron fantásticas, sólo una llamó en verdad su atención. Él se encontraba trabajando muy duro cortando una madera para tapar un agujero que su primo había hecho en la casa del árbol. La foto mostraba sus lágrimas. Recordó cómo por descuido, aquél primo había dado un batazo dentro de la casa y cómo ésta se había roto. El niño lloró porque esa casa del árbol la habían construido con gran esfuerzo él y su padre. Por eso rápidamente había conseguido una madera para intentar repararla, porque el fruto de nuestras manos, siempre será un bien valioso para nosotros.

La siguiente página no era una foto, sino una carta con letra de un niño que decía: "No has sabido ser pastor de los bienes que te di. Haces mal el trabajo que muchos desearían tener. Lo haces cansado siempre pensando que no es el trabajo que merecías, que no estabas hecho para eso. Te mandé ahí para que fueras el pastor que guiara a la gente que te rodea, pero en vez de salvar a tu jefe, todo el día lo criticas y te quejas de las cosas que hace. Hiciste de tu espíritu un espíritu tan flojo, que ni siquiera guías a tus hijos, ni amas a tu esposa. Siempre deseaste por lo que nunca trabajaste y ahora, en el hospital, estás arrepentido".

La carta seguía diciendo. "Escogí la imagen de la casa del árbol porque te quiero como fuiste entonces. Amabas tanto la casa que habías construido con tu padre que lloraste al verla rota y dedicaste días y noches enteras para repararla. Pues bien, tú has construido también este mundo conmigo. Aunque no me has visto, siempre hemos estado juntos, construyendo este mundo en el que vives y que hoy está descompuesto. Has sido un mal pastor con los bienes y las personas que te he mandado. Ahora que lo sabes te ordeno que te cures y que vayas por el mundo sabiendo que yo te he nombrado pastor de mis ovejas y, aunque hayas sido malo hasta ahora, yo sé que serás inteligente para comenzar a ser ese pastor que estás llamado a ser."

El hombre se levantó de la cama y comenzó a cumplir la orden que Dios, El Buen Pastor, le había encomendado.

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